Pais
de la Eterna Primavera!!!
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AltiEditorial del mes |
Sueños/Pesadillas
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Angeles Por Itzhá Uno
de los misterios más grandes de la vida es aprender.
Sí, el aprender es un misterio, un enigma: no todos aprendemos con
la misma magnitud, no todos aprendemos a aprender, no todos valoramos los
golpes de la vida como enseñanzas, no todos lo que
aprendemos han sido bueno. En
estos tiempos tan difíciles que todos estamos viviendo como la
incertidumbre política y social, la guerra en los países del medio
oriente, niños y ancianos amputados o muriendo de hambre...
mientras en el occidente, los científicos se exprimen el cerebro
para lograr descifrar el genoma humano, (que por cierto ya lo lograron)
para que los que tengan el poder adquisitivo para hacerlo puedan mandar a
hacer su hijo a la medida, con el color del cabello que prefiera, con el
color de ojos que más le guste, libres de enfermedades que a sus
ancestros afectaron. Todo
esto por la módica cuota de experimentar con la vida. Con
toda esta confusión y la contaminación ambiental que hay en estos
tiempos parece ser que la esperanza se ha ido. Parece ser que la
conciencia del hombre ha sobrepasado los límites de la vida, del respeto,
de la ley divina. Hoy ya no
es escándalo ver cadáveres en la prensa y en la televisión; hoy una película
sin sexo o malas palabras no sirve, hoy la moda es andar medio desnuda,
hoy la moda es la cesárea, hoy la moda es la liposucción, la cirugía plástica...
hoy la vida está totalmente devaluada. Alguna
vez me he preguntado ¿qué me dirá Dios cuando lo vea, cuando muera? Me
dirá acaso “¿qué hiciste durante los tantos años que te di? ¿Hiciste
valer tu existencia? Mira que me costaste mucho, casi te ganan allá abajo
por tantas travesuras que hiciste, así que ahora dime ¿en qué
invertiste todo el tiempo que te dejé vivir...?” Sólo de pensarlo,
pues me da escalofrío. De entrada no sabría que responder.
Ahora
me planteo yo la pregunta ¿qué he hecho? Realmente al hacer mi
inventario personal creo fehacientemente que he vivido lo que tenía que
vivir, ni un minuto más ni un minuto menos hasta ahora, todo a su tiempo,
todo paso a paso, he ido avanzando y he aprendido a caer, a sufrir, a
llorar, a amar; pero también he aprendido a levantarme, a seguir adelante,
a no ver más atrás, porque el voltearse también cuando vas con paso
apresurado puede hacer que te tropieces. Y
entonces me doy cuenta de que las personas que encontramos a lo largo de
nuestro camino por la vida han sido ángeles que nos han dado alguna enseñanza.
Han habido ángeles que se han ido ya al cielo, y esos ángeles que
se han ido son los que más tristeza nos causa recordar, pero ¿por qué
sufrirlos? Ellos nada más se han adelantado, pero algún día en el paraíso
de la creación, nos volveremos a encontrar... allá en la paz, en la
calma a donde siempre pertenecieron. Cuando
conozca a una persona nueva en su camino por la vida, valórela, trate de
aprender de ella, de conocerla; no se fije en sus preferencias sexuales,
en su raza o en su credo: haga valer su existencia y haga valer la de la
otra persona, escúchela, hágale saber que usted es un ser humano igual
que ella, todos estamos hechos del mismo material, homosexuales, feos,
bonitos, con dinero sin dinero. Y
a los que ya tiene a su alrededor o en casa ámelos, dígales cuánto los
quiere, hágales saber cuanto importan para usted... un día puede ser
demasiado tarde, uno nunca sabe con esto de la neumonía atípica, la
guerra y la inseguridad que se vive... uno no sabe en qué momento puede
dejar este mundo. Para
mi ángel JL, de quien aprendí a reconfirmar que los latidos del corazón,
nunca se equivocan. Donde quiera que estés, ¡nos vemos!.
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